Desde finales del siglo XI hasta mediados del siglo XIII al-Ándalus solamente pudo contener el avance cristiano gracias a la intervención de sucesivos imperios norteafricanos (almorávides primero, almohades después y finalmente, y en menor medida, meriníes).
Tras la conquista a mediados del siglo XIII del valle del Guadalquivir por Fernando III de Castilla, así como de las islas Baleares y del reino de Valencia por parte de la corona de Aragón, únicamente quedó el Reino Nazarí de Granada como dorado epílogo de una presencia musulmana tan importante en nuestra Historia.